El precio del petróleo en 2009 (2º parte)
2. Cuando suban los precios de nuevo, lo harán bruscamente. En la actualidad, el mundo vive una situación poco común de excedente en la producción petrolífera. Pero mientras los precios sigan siendo bajos, las empresas petrolíferas no tendrán incentivos para invertir en costosos proyectos de nueva producción, lo que significa que no se añadirá nueva capacidad a las reservas globales existentes, mientras se continuará extrayendo la capacidad disponible. De esta manera, cuando la demanda comience de nueva a incrementarse, lo probable es que la producción total resulte insuficiente.
Se están multiplicando con rapidez las señales de contracción en las inversiones para producción de petróleo. Arabia Saudita, por ejemplo, ha anunciado demoras en cuatro proyectos energéticos de envergadura, en lo que parece ser una amplia retractación de su promesa de aumentar la producción en el futuro.
Por ende, la mayoría de las reservas de “petróleo fácil” ya se han agotado, lo que significa que prácticamente todas las reservas globales que quedan pertenecen a la variedad de “petróleo difícil”. Éstas requieren una tecnología de extracción excesivamente costosa como para ser rentable en un momento en el que el precio por barril sigue estando por debajo de los 50 dólares. Entre las principales se cuentan la explotación de arenas bituminosas en Canadá y las plataformas marinas en aguas profundas del Golfo de México, el Golfo de Guinea y la costa brasileña. Si bien esas reservas potenciales albergan suministros importantes de crudo, no producirán beneficios hasta que el precio del petróleo alcance los 80 dólares o más por barril, casi el doble del precio al que se vende hoy. En estas circunstancias, poco puede sorprender que las principales compañías cancelen o pospongan planes de nuevos proyectos en Canadá y en ubicaciones marinas.
Con la industria recortando sus inversiones, habrá menos capacidad de satisfacer la demanda en ascenso cuando la economía mundial repunte. En ese momento podemos esperar que la situación cambie con una rapidez previsiblemente alarmante, a medida que la creciente demanda se encuentre de pronto siguiendo a una oferta insuficiente en un mundo con déficit energético.
No podemos saber cuándo sucederá esto ni hasta dónde se elevarán los precios del petróleo, pero debiera esperarse una sacudida energética en alza no menos abrupta que la actual recesión global y el desplome de los precios energéticos. El DOE, en sus previsiones más recientes, predice que el petróleo llegará a una media de 78 dólares por barril en 2010, 110 dólares en 2015 y 116 en 2020; Pero otros analistas sugieren que los precios podrían elevarse mucho más rápidamente, sobre todo si la demanda se reanima con presteza y las compañías petrolíferas actúan con lentitud para reiniciar proyectos que ahora quedan a la espera.
3. Los bajos precios del petróleo, como los altos, tendrán importantes consecuencias políticas en todo el mundo. El ascenso regular de los precios del petróleo entre 2003 y 2008 fue resultado de un brusco aumento de la demanda global, así como de la impresión de que la industria energética internacional estaba teniendo dificultades para introducir nuevas fuentes de suministro. Muchos analistas consideraban inminente la llegada del “pico del petróleo“, el momento en el que la producción global comenzaría un declive irreversible. Todo ello fomentó frenéticos esfuerzos por parte de las naciones de mayor consumo para asegurarse el control de cuantas fuentes extranjeras de petróleo pudieran lograr, y así, empresas norteamericanas, europeas y chinas se lanzaron a engullir concesiones petrolíferas en África y la cuenca del Mar Caspio.
Con la caída en picada de los precios del petróleo y una sensación creciente (por temporaria que sea) de abundancia petrolífera, esta competencia ha perdido intensidad, lo cual no significa, empero, que los precios del petróleo dejen de tener repercusiones en la política global, sobre todo con la aparición de condiciones políticas negativas en las naciones productoras.
Muchas de estas naciones, entre otras Angola, Irán, Irak, México, Nigeria, Rusia, Arabia Saudita y Venezuela, dependen de los ingresos del petróleo para el gasto estatal, y emplean este dinero para financiar la salud y la educación, la mejora de infraestructuras, los subsidios alimentarios y energéticos y los programas de bienestar social. A medida que los precios vuelven a caer, los gobiernos se ven ya forzados a recortar los programas de ayuda a los pobres, la clase media y los desempleados, lo que está ya provocando olas de inestabilidad en muchas partes del mundo.
El presupuesto estatal de Rusia sólo se equilibra cuando los precios del petróleo se mantienen en 70 dólares o más por barril. Con los ingresos del gobierno menguando, éste se ha visto obligado a echar mano de las reservas acumuladas y sostener a las compañías que se hundían, así como a un rublo que se venía abajo. La nación considerada como potencia energética se está quedando rápidamente sin fondos.
El descenso de los precios del petróleo ha resultado especialmente dañino para el gigante del gas natural Gazprom, la mayor empresa de Rusia, fuente (en los buenos tiempos) de aproximadamente un cuarto de los ingresos tributarios gubernamentales. El pasado verano su valor de mercado se estimaba en 360.000 millones de dólares; hoy es de 85.000 millones.
En el contexto de un planeta atrapado en un terrible declive económico, es fácil imaginar otras tormentosas perspectivas energéticas que impliquen a países clave en la producción de petróleo. No se puede prever cuándo y dónde surgirán, pero lo que es probable es que esos estallidos hagan mucho más difícil cualquier era futura de precios energéticos en ascenso. Y, desde luego, los precios volverán a subir, quizás pronto, un año de éstos, con rapidez y batiendo nuevas marcas. En ese momento nos enfrentaremos al mismo problema que arrostramos en el segundo y tercer trimestre del 2008, cuando una aguda demanda y una oferta insuficiente propulsaron los precios del petróleo a las nubes. Entretanto, es importante recordar que, aún con precios tan bajos como los actuales, no podemos huir de las consecuencias de la primacía energética del petróleo.
0 comentarios